Toda empresa debe tener su reflejo en internet, disponible para cualquier dispositivo. Es una cuestión que en pleno 2015 ya nadie discute. Nuestros clientes están en internet y quieren tener en un puñado de clics la información que necesitan sobre lo que están buscando. Para ello, hemos de trabajar no sólo técnicas de posicionamiento que nos ayuden a ser encontrados, sino que también hemos de tener como meta una buena experiencia de usuario en el diseño web. Esto quiere decir que vamos a ser capaces de ofrecerle una navegación intuitiva y sencilla, en la que no se sienta perdido y sepa en todo momento volver a la página principal.
Siéntase como en su casa
Esta es la máxima que debemos tener en la cabeza cuando nos planteamos nuestra web corporativa. Sea cual sea el área al que se dedique la empresa, el cliente debe estar colocado en el epicentro de toda estrategia. Y en la web es primordial hacerle sentir en casa, que está cómodo, que sepa moverse sin dudas por el menú, el portfolio de nuestros trabajos, nuestra historia, el quiénes somos, nuestros servicios y, sobre todo, nuestro contacto. Ahí es donde realmente cerramos el trato: hemos conseguido que se interese realmente por lo que le estamos ofreciendo.
En todo esto el diseño web juega un papel fundamental. Y es que no se trata únicamente de hacer una web bonita, que estéticamente esté acorde a los cánones de la dirección de la empresa o su departamento de marketing. No. El diseño web debe estar siempre al servicio del usuario que entra en nuestro espacio en internet. Debe diseñar un itinerario sencillo para que nuestro potencial cliente pueda moverse con libertad, pero siempre sabiendo que todo está correctamente estructurado, que no hay callejones sin salida y que puede consultar de nuevo todo aquello que se le antoje sin ningún problema.
La usabilidad, ese concepto fundamental
Quizá haya oído hablar alguna vez de la usabilidad web. Es el concepto clave en todo este asunto. Se trata de hacer una web que sea “usable”. La definición ofrecida por la ISO habla del grado de eficacia, eficiencia y satisfacción con la que usuarios específicos pueden lograr objetivos específicos, en contextos de uso específicos. Esto se traduce en que no se trata de crear una web que tenga una suerte de usabilidad universal, sino que se debe tener muy en cuenta tanto cuáles son las metas que perseguimos como el contexto que va a tener el proyecto.
En este punto, conocer a nuestros posibles usuarios es fundamental. ¿A quién nos dirigimos? Tenemos que saber cuál es el perfil de nuestros clientes potenciales en internet. Para ello, podemos extrapolar los que tenemos en la actualidad a nivel offline. Para definirlos deberíamos atender a criterios como el sector en el que desarrollan su actividad, si están habituados al uso de las nuevas tecnologías y los rangos de edad de los encargados de sus proyectos relacionados con nuestra área de trabajo, entre otros. También es una buena oportunidad para dirigirnos a aquellos públicos a los que nos gustaría llegar pero todavía no lo hemos conseguido. Podemos fijarnos aquí el target que queramos y definirlo en base también a los criterios anteriores. Teniendo en cuenta estos dos grandes grupos tendremos que definir cómo va a ser la usabilidad de nuestra web.
En definitiva, se trata de ofrecer al visitante una buena experiencia de usuario en el diseño web. Una poderosa herramienta que nos ayuda a generar una imagen real sobre nuestro trabajo y confianza para seguir creciendo, llegando cada vez a más clientes satisfechos que hayan encontrado en nuestra web todo aquello que buscaban.