Son muchos los diferentes edificios históricos que han sido reconvertidos en las últimas décadas para ser dedicados al ámbito cultural. Antiguos hospitales, fábricas, secaderos, catedrales… son sólo algunos ejemplos de ello. En todos estos casos, se ha llevado a cabo una labor de recuperación que conlleva estructuras, materiales; además de una adaptación para el nuevo uso. Gracias a ello hoy tenemos a nuestra disposición lugares emblemáticos de nuestra historia en los que podemos desarrollar instalaciones audiovisuales en eventos o exposiciones dentro de la programación. Un trabajo en el que siempre hay que tomar como base el respeto por el patrimonio histórico y cultural del lugar.
El impacto de la arquitectura en las instalaciones audiovisuales
Uno de los puntos fuertes con los que contamos si desarrollamos un proyecto en un espacio histórico es que la propia arquitectura y fisonomía del edificio va a influir poderosamente en el resultado de nuestras instalaciones audiovisuales. Si decidimos hacer mapping o proyecciones 3D sobre la fachada, por ejemplo, podremos jugar con las formas y texturas para crear efectos diferentes, provocando en el público sensaciones nuevas. Y es que la relación entre la obra artística (sea del tipo que sea) y el espacio es crucial para la lectura que queremos dar de nuestro proyecto, de aquello que queremos comunicar al espectador. El entorno tiene una fuerte capacidad para amplificar o minimizar el mensaje, por lo que hay que estudiar en profundizar qué matices va a aportar en nuestro caso concreto.
Un punto que también hay que tener en cuenta en este sentido es la vinculación que el público tiene con el edificio o espacio histórico en el que se va a llevar a cabo el proyecto. La historia reciente de la ciudad, la programación que se lleva a cabo dentro de sus muros y la relación que tiene la sociedad con el lugar. Todo ello es clave para el resultado.
Por todo ello, cuando pensamos en instalaciones audiovisuales en espacios históricos hemos de considerar cómo influyen estos en nuestra producción, no sólo a nivel macro, sino también micro. El conjunto del edificio, pero también la sala en la que se ubica, si es el caso.
Esto puede estar referido no sólo a una obra artística, sino también a un evento corporativo, una jornada o cualquier otro tipo de acto. Por ejemplo, en el caso de las proyecciones, puede tratarse de un vídeo en el que se muestra el trabajo realizado durante el último año.
La protección de nuestro patrimonio, esencial
Si nos hemos decidido a usar un edificio singular, con todo el poso de su historia, para realizar instalaciones audiovisuales, es importante que tengamos muy en cuenta la protección del patrimonio. En este punto, lo más conveniente es acudir a la propia institución que gestiona todo lo referido al edificio para informarnos debidamente. Su personal será el encargado de hablarnos de todo aquello que se puede y no se puede hacer. Seguramente puede hacerte llegar una normativa en la que cualquier cuestión vendrá detallada. Si le quedan dudas, siempre puede concertar una cita para resolverlas y estar seguro de que aquello que tiene en mente puede realizarse sin problemas.
En cualquier caso, siempre son las instalaciones audiovisuales las que se adaptan al entorno y a las posibilidades técnicas de cada caso. Su versatilidad proporciona la tranquilidad necesaria para saber que de una manera o de otra, la esencia de nuestras ideas podrá transmitirse. Además, la diversidad de opciones y la flexibilidad que ofrecen juegan a nuestro favor para sacar todo el jugo posible al espacio histórico en el que estén enmarcadas.