03 octubre
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Cómo sonorizar espacios: acústica y electroacústica

La sonorización es una técnica que se puede definir como Diseño de Sonido. Requiere conocimientos de Acústica y de Electroacústica; además hay que conocer cómo escuchamos el sonido y cómo nos afecta emocionalmente, y este estudio se llama Psicoacústica. Sin embargo, en la sonorización, como en muchas otras ciencias, también hay que aplicar un criterio; no basta que suene o que suene bien, también tiene que sonar «interesante». Para saber cómo sonorizar, el primer paso es saber el tipo de sonorización a realizar, música o voz, y el tipo de sala o lugar donde se realiza, y esto nos determinará el equipo electroacústico que debemos utilizar. Esta tarea se llama Preproducción, y es fundamental, ya que sin esta los problemas y conflictos pueden ser difíciles de resolver durante la sonorización.

 

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Tipos de sonorización

 

A partir de estos conocimientos, podemos clasificar las sonorizaciones en dos tipos por su contenido: musicales o de refuerzo de voz de locución, (en algunos casos van combinados los dos tipos, música y voz), y por el tipo de sala, los podemos clasificar en recintos interiores, que pueden ser auditorios y salas acústicamente tratadas o sin tratamiento acústico para voz o música, y espacios exteriores, donde no hay paredes próximas que puedan afectar al sonido.

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Cómo sonorizar espacios exteriores y salas

 

Cómo sonorizar un espacio exterior

 

Para realizar una sonorización en un espacio al aire libre, la acústica del entorno no será una preocupación primordial, ya que principalmente nos enfrentamos a las reflexiones sonoras del suelo. Sin embargo, cuando contemos con la presencia de público, estas reflexiones disminuirán significativamente debido a la absorción acústica que la audiencia proporciona.

Es fundamental que la disposición del público siga un plano con una leve inclinación ascendente a medida que se aleja del escenario. Esto garantiza una mejor visibilidad y calidad sonora. Lamentablemente, en algunas situaciones, nos encontramos con un plano en declive, en el que la altura disminuye cuanto más distante está el espectador del escenario. Esta configuración compromete gravemente la experiencia visual y auditiva del público. Adoptar una inclinación ascendente, además de optimizar la experiencia, puede resultar en un ahorro significativo en términos de procesamiento y equipo electroacústico.

 

Cómo sonorizar una sala

 

En salas destinadas a la amplificación de la voz que requieren refuerzo sonoro, es esencial considerar la acústica del espacio. Una sala más grande generalmente tiene una reverberación más prolongada, mientras que en una sala más pequeña, esta es más corta. Sin embargo, en espacios reducidos, la coloración de las frecuencias debido a resonancias puede ser más prominente. Para eventos como conferencias o debates, es ideal contar con un espacio de baja reverberación, con un tiempo de reverberación (RT60) hasta de 0.8 segundos. En contraste, para la música, este tiempo debería oscilar entre 1.2 y 1.5 segundos, optimizando la calidad sonora.

Para saber cómo sonorizar una sala, es importante saber que la acústica está determinada por su volumen, forma y los materiales empleados en su construcción. Esta se evalúa mediante el tiempo de reverberación a diferentes frecuencias (RT60), que también indica las frecuencias de resonancia. La reverberación es el efecto sonoro de una sala debido a las múltiples reflexiones en sus paredes. Es el sonido persistente tras cesar la fuente original, resultado de las reflexiones en las superficies del recinto. El tiempo de reverberación RT60 marca el intervalo necesario para que un sonido cese después de apagar las fuentes sonoras.

Todas las salas presentan frecuencias de resonancia específicas, producto de sus dimensiones, forma y materiales. Minimizar las resonancias implica evitar paredes paralelas que generen ondas estacionarias y superficies cóncavas que concentren el sonido. En contraposición, las superficies convexas favorecen la difusión sonora. Es crucial que las dimensiones de una sala (alto, ancho y largo) sean distintas, siguiendo idealmente proporciones de 1.0 de altura, 1.14 de ancho y 1.39 de fondo. Estas proporciones previenen la superposición de resonancias fundamentales y armónicas, evitando amplificaciones no deseadas.

La configuración y los materiales de las paredes influyen en la difusión sonora. Una difusión amplia y homogénea garantiza una mejor calidad acústica. Para lograrlo, es preferible que las paredes posean superficies irregulares, empleando paneles de distintas formas y materiales que optimicen la difusión.

Las frecuencias resonantes pueden compensarse mediante la ecualización en una mesa de mezclas. En lugares con prolongada reverberación, como iglesias, se prefieren altavoces más pequeños y cercanos al público. Esta proximidad, aunada a un nivel sonoro adecuado, minimiza las reverberaciones, potenciando el sonido directo y mejorando la inteligibilidad.

El diseño acústico de una sala debe ser coherente con el tipo de sonorización que se pretende implementar. Los tiempos de reverberación aconsejados tienden a aumentar en función del volumen de la sala y del tipo de sonido que se desea proyectar.

En situaciones donde la inteligibilidad del sonido es deficiente, como en conferencias o debates, es aconsejable filtrar las frecuencias, centrándose en la banda de 500 Hz a 3000 Hz. Esta banda concentra aproximadamente el 90% de la inteligibilidad vocal.

Es importante entender que cada sala tiene sus propias características acústicas, actuando como un filtro para el sonido. Una técnica útil para evaluar la acústica de un espacio es escuchar música con un alto contenido armónico, preferiblemente una que ya se conozca bien, y analizar las variaciones.

Durante pruebas de sonido, al vocalizar «uno, dos», se utiliza la vocal «u», que posee la frecuencia más baja del alfabeto, y la consonante «s», que posee la más alta. A través de la evaluación de su claridad, es posible ajustar las frecuencias para optimizar la audibilidad. Para voces cantadas o interpretadas, es crucial no reducir el filtro de agudos por debajo de los 9000 Hz para preservar el timbre y coloratura de la voz.

Los softwares especializados de diversas compañías ofrecen herramientas para conocer las características acústicas de una sala y proponer mejoras. Sin embargo, estos programas no pueden alterar intrínsecamente la calidad acústica de la sala. Sí pueden, en cambio, sugerir ubicaciones óptimas para los altavoces, ecualizar el sonido para disminuir las frecuencias de resonancia y adaptar el sonido emitido a las condiciones específicas de la sala.

Ahora ya sabes cómo sonorizar un espacio. Sin embargo, si quieres poner en manos de profesionales la sonorización o cualquier otro aspecto de la producción audiovisual de un evento u espacio, en EIKONOS estamos a tu disposición. Consúltanos sin compromiso.

 

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